María Luisa Navarro pertenece a ese grupo de hombres y mujeres que intentaron poner en práctica las ideas de renovación educativas aprendidas durante sus años de estudio y su formación en distintos países europeos, para contribuir a la construcción de una España nueva y moderna.
También pertenece María Luisa a ese grupo de mujeres con las que la historia no fue muy justa y la mayoría de su obra ha quedado en el olvido. Pocas veces a la hora de emprender la elaboración de una biografía nos hemos encontrado con alguien cuyo compromiso con la educación, con la enseñanza, con el mundo de la mujer, fuera tan importante además de numerosa su participación en política, en asociaciones, en manifestaciones culturales de la época, en la prensa, etc. y en la actualidad sea tan complicado encontrar sus palabras y sus escritos. En esta ocasión su figura se ha construido revisando esos espacios donde participó, donde escribió, donde fue profesora, directora, para así poder redactar su biografía y rescatar su figura del olvido donde nunca debió estar.
Hija del exilio, nació en Francia donde su padre republicano se había exiliado. Estudia en Madrid en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, institución fundada por Fernando Castro, pionera en la educación de la mujer en un momento de valores tradicionales en el que las mujeres que estudiaban eran toda una novedad.
Continúa su formación en la Escuela Superior de Magisterio de Madrid en 1909, donde tuvo como profesores a algunos de los intelectuales más importante de la época, Ortega y Gasset, Domingo Barnes o Zulueta, y como compañeros y compañeras a algunos de los que llegarán a ser importantes personalidades culturales del momento, María de Maeztu, Juana Ontañón y también al que sería su marido, Lorenzo Luzuriaga. A partir de ese momento sus caminos se unen tanto en lo personal como en los profesional.
Juntos fundan el Boletín Escolar (1917). Años más tarde publicarían la Revista de Pedagogía, uno de los máximos exponentes de las inquietudes educativa en España en los años anteriores y durante la II República, su éxito llegó a extenderse más allá de nuestras fronteras, llegando sobre todo a los países sudamericanos.
Su labor docente fue muy importante, fue profesora en el Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos. Sus viajes a Europa becada por la Junta Para la Ampliación de Estudios le permitieron conocer nuevos métodos para la educación de estos niños y niñas, llegando a publicar dos obras especializadas para su educación en 1921 y 1927.
María Luisa era una mujer con muchas inquietudes, la educación y la enseñanza eran algunas de las fundamentales, pero también estuvo muy interesada por el mundo de la mujer y los temas relacionados con ella. Sus publicaciones en la prensa de la época reflejaban todos estos intereses, en la página de Pedagogía del Diario El Sol (1918-1921), La Gaceta Literaria o el Diario de Informaciones.
La República aumenta aún más su participación y actividad política, social y cultural. Forma parte de las campañas para pedir el sufragio femenino, forma parte activa del Lyceum Club, primera asociación femenina en este país, en la que dirige la sección de Literatura. Es una de las fundadoras de la Liga Femenina Española por la Paz en 1929 junto a Clara Campoamor. En 1931 es presidenta de la Agrupación Femenina Republicana.
Por encargo también de la República es nombrada Directora de la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer (1931-1933). En 1931 es elegida vocal del Patronato de las Misiones Pedagógicas donde participa activamente, dando cursos de formación para maestros y maestras o dando charlas sobre la labor de las misiones para organismos españoles o internacionales. En 1936 es nombrada vocal del Consejo Superior de Protección de Menores.
Tras el levantamiento militar, la situación del país es cada vez más tensa, la familia Luzuriaga inicia el camino del exilio como tantos hombres y mujeres, primero será Gran Bretaña. El matrimonio comienza pronto a trabajar por la causa republicana, ambos comparten un mismo objetivo: ayudar a la infancia, por lo que inician un proyecto para traer entre 30 a 50 niños a Londres, donde puedan seguir educándose en un ambiente alejado de la guerra, pero el proyecto no llega a realizarse.
En 1938 Lorenzo Luzuriaga recibe la invitación de un amigo suyo instalado en Argentina, le ofrece un puesto en la universidad y hasta allí se traslada toda la familia en 1939. La situación en Europa era cada vez más tensa, las posibilidades una nueva vida se inician para todos, María Luisa tardará varios años en poder volver a la docencia universitaria, su vida comenzó en el exilio y en el exilio acabará con su muerte en Buenos Aires, en 1947.
Para saber más sobre María Luisa Navarro:
Pérez-Villanueva Tovar Isabel. La Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer y de las enseñanzas domésticas (1911-1936) UNED. ARENAL 22, julio-diciembre 2015, pág. 313-345.
Este artículo nos relata cómo las innovaciones en este tipo de enseñanzas domésticas,empiezan a difundirse en Estados Unidos, Canadá y Europa desde los años finales del siglo XIX. En España, el Gobierno de Canalejas trata de introducir estos estudios a través de la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer. Se analiza también su evolución en la dictadura y el periodo republicano.
Cotelo Guerra Mª Dolores. María Luisa Navarro de Luzuriaga: una vida anónima en el exilio europeo (1936-1939). Universidad de Santiago.