En uno de los plenos celebrado en el Ayuntamiento de Pozaldez en enero de 2016, se aprobó la moción presentada por el Grupo Socialista para restituir «la integridad y el pundonor profesional» de la maestra María Anievas Aragón tras la denuncia y la posterior condena que en 1937 la llevó primero a la cárcel y luego la apartó de poder ejercer como maestra el resto de su vida.
Todos los presentes manifestaron la profunda emoción que sintieron en este acto y el sentimiento de que una deuda histórica se estaba saldando con la figura de esta profesora. María Anievas fue condenada por ser maestra, por sus ideas políticas, por sus métodos pedagógicos, pero su mayor condena fue no dejarla ser lo que ella quiso siempre ser, maestra, el olvido cayó sobre ella, pero afortunadamente ese manto hoy se ha retirado y sobre su figura se está rindiendo el homenaje que siempre mereció.
A María Anievas la humillaron en público, fue vejada e insultada, le raparon la cabeza y la pasearon desnuda por las calles del pueblo antes de ser entregada a las autoridades pertinentes, que no tardarían en apartarla definitivamente de su trabajo y condenarla por auxilio a la rebelión. Tal y como se detalla en este artículo de El Norte de Castilla, el Ayuntamiento de Pozaldez, el 18 de agosto de 1936, condenó de por vida a María Anievas Aragón, maestra del pueblo desde 1927 y mujer entusiasta de la cultura, el teatro y la poesía.
María, que conjugaba su vocación docente, en línea como las teorías pedagógicas más avanzadas, herederas por tanto de la Institución Libre de Enseñanza, con un talante abiertamente reivindicativo que confluyó en un compromiso político explícito, fue acusada de ser «francamente revolucionaria, extremista», de pertenecer a la Casa del Pueblo y tener trato con los miembros más significados de la misma, de animar a los obreros a la revolución y a la lucha violenta contra los elementos de derechas.
Anievas fue detenida el 6 de agosto de 1936 y trasladada a la cárcel de Medina del Campo. Cuentan que nada más bajar de la estación, un joven falangista, muy conocido en el pueblo por sus ademanes chulescos, le propinó una tremenda paliza delante de todos los presentes, que no eran pocos. Luego, entre insultos y amenazas, le cortaron el pelo y la pasearon desnuda por las calles de Pozaldez.
No solo fue separada definitivamente de la enseñanza y dada de baja en el escalafón (diciembre de 1939), sino condenada a 12 años de reclusión en mayo de 1937: «En este juicio se la calificó de elemento extremista muy peligroso, asesora e instigadora de todos los desórdenes habidos en la localidad, provocando e incitando en distintas ocasiones a los vecinos a la revolución, acudiendo con los puños en alto a todas las manifestaciones obreras».
Anievas tuvo que esperar hasta el 22 de mayo de 1975 (BOE 4/10/1975) para que el Tribunal Supremo anulara la sentencia que la separó del servicio. Cuando el 30 de marzo de 1994 falleció en Valladolid, ciudad en la que residía desde 1943, su recuerdo llevaba demasiado tiempo sepultado.