Existen grandes momentos en la Historia que son recordados una y otra vez. La Historia está construida por grandes gestos pero también por pequeños, a pesar de que estos a menudo no son recordados.
Pequeño o grande, lo que si fue un gesto muy valiente que una niña de 13 años acudiera a la Secretaría del IES en la Rábida para matricularse en el curso 1870-1871 en la enseñanza no oficial para poder realizar sus exámenes de ingreso a la Educación Secundaria.
Antonia Arrobas, nuestra protagonista, no se desanimó ante las dificultades legislativas que se encontró. La mayoría de ellas no pudieron sustentarse dado que no había ninguna ley que prohibiera explícitamente a una mujer examinarse, porque nadie se había planteado que esa posibilidad fuera a darse.
Cuando obtuvo su autorización, Antonia realizó su examen, aprobó y se matriculó oficialmente en el Instituto, aunque la ley no le permitiera todavía asistir a las clases. Una vez terminados sus estudios poco se ha sabido de ella, el olvido cayó sobre su historia, por eso necesario que rindamos el merecido homenaje a esta mujer pionera, que una mañana de 1871 cambió la historia de la Educación en este país.
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