El 22 de octubre de 2019 a las 19:00 horas Visita guiada a la Exposición La Escuela de la República, Memoria de Una Ilusión, en el Salón de Actos de la ETS de Náutica, Calle Gamazo 1, Santander:

Tarjeta de anuncio de la Exposición Memoria de Una Ilusión

El 23 de octubre de 2019 a las 19:00 horas proyección de la película Las Maestras de la República y coloquio posterior, en el Salón de Actos de la ETS de Náutica, Calle Gamazo 1, Santander:

Imagen de la tarjeta del anuncio de la proección

Imagen de la exposición Memoria de Una Ilusión

Imagen de las alumnas del Instituto Escuela en el tren en un viaje a Barcelona

El título de este artículo se escribió hace 100 años y resulta de una actualidad que debería hacernos reflexionar. La Fundación Francisco Giner de los Ríos celebra los 100 años del Instituto-Escuela, uno de los buques insignia de la Institución Libre de Enseñanza, con un libro y una exposición excelentes que muestran cómo hace un siglo ya planteaba una renovación del sistema educativo que hoy nos sigue pareciendo de absoluta modernidad.

“¡Transformad esas antiguas aulas!”, dijo Francisco Giner de los Ríos, alma junto a Manuel Bartolomé Cossío de la Institución Libre de Enseñanza (ILE), esa institución que sigue representando lo mejorcito de la historia española y que quedó abruptamente interrumpida por el golpe fascista de 1936, que aún hoy siguen defendiendo algunos recién llegados a las instituciones democráticas. Lo dijo en la apertura del curso 1880/81. Y añadía la ILE: “Enseñad a vivir, y no meramente a pensar y a estudiar”. Y lo decía en 1891. Pero es que 10 años antes, había lanzado este otro principio: “O educación o exámenes”.

Subrayaba Giner de los Ríos que era necesaria “educación, no mera instrucción”. Cossío se sumaba: “Rompamos los muros de la clase”. Y Justa Freire: “Hemos suprimido el libro de texto y lo hemos sustituido por cuadernos que los niños llevan”.

Y en 1906 Cossío defendía cuál es el principal valor en la educación, la herramienta pedagógica sin la cual nada se puede avanzar: “Gastad, gastad en los maestros”. Porque, como señalaron los comisarios de esta fabulosa exposición en la presentación ante la prensa (Carlos Wert, Antonio Moreno, Eugenio Otero y María del Mar Pozo), “claro que la educación es cara, requiere grandes inversiones”. “Pero es que la ignorancia sale más cara”.

José García-Velasco, presidente de la fundación, resume la muestra así: “Es la historia de un proyecto transformador”. Un proyecto que quiso transformar un país, la sociedad, a partir de su pilar: la educación, y desde los primeros años, desde párvulos. “No es necesario un pacto político sobre la educación en este país; es necesario un pacto social, se necesita un presupuesto mayor”. Un total convencimiento social de que la ignorancia sale mucho más cara.

Son todas frases escritas en las paredes de las salas de la muestra abierta hasta marzo en la sede de la Fundación Francisco Giner de los Ríos en Madrid, con un título esclarecedor: La nueva educación. En el centenario del Instituto-Escuela. Porque resulta absolutamente nuevo e innovador lo que propugnaba la ILE. Tanto como para, recorriendo los numerosos paneles y documentos de la muestra –una auténtica gozada-, concluir que se trata de “un regreso al futuro”. Volvamos a Cossío, que en 1915 señaló que “para Giner, el problema de España se fue convirtiendo sobre todo en un problema de educación”.

Leer el resto del artículo en El Asombrario.

Un grupo de alumnos/as del Instituto Escuela en Berlin durante una excursión

La escuela del futuro ya se pensó hace más de un siglo. Esa impresión queda tras la visita a la exposición que este jueves se inaugura en la Fundación Francisco Giner de los Ríos-Institución Libre de Enseñanza de Madrid. La escuela del futuro sería una escuela en la que los niños no utilizarían libros de texto sino que los elaborarían ellos mismos. Una escuela en la que los profesores no dictarían lecciones magistrales, sino que ayudarían a los alumnos a aprender a través de las experiencias. Una escuela en la que los niños no permanecerían encerrados en el aula, sino que harían excursiones y visitas a lugares de interés para que esa búsqueda activa de conocimiento los llevara a hacerse nuevas preguntas. “¿Y si eso ya se pensó hace ciento y pico de años y no solo fue un proyecto sino que fue una realidad?”, se pregunta Carlos Wert, comisario junto a Antonio Moreno, Eugenio Otero y María del Mar del Pozo de la exposición Laboratorios de la nueva educación. En el centenario del Instituto-Escuela, organizada por la propia Fundación junto con Acción Cultural Española y la Residencia de Estudiante. “¿No será necesario hacer un regreso al futuro?”, se pregunta el experto.

El Instituto-Escuela de Madrid, creado en 1918, fue una institución pública que ensayó nuevos planes y métodos educativos y además implantó proyectos para formar a los profesores que llevaran a cabo esa revolución, incluso con viajes de formación en el extranjero. El germen surgió décadas antes, cuando en 1876 se fundó la Institución Libre de Enseñanza, impulsada por, entre otros catedráticos, Francisco Giner de los Ríos para modernizar la cultura y la sociedad española a través de la educación. Eran tiempos difíciles, en los que se suspendió la libertad de cátedra en la Universidad a cualquier enseñanza contraría a la fe católica, a la monarquía o al sistema político vigente. Y aunque en un principio la intención era crear una Universidad Libre a semejanza de la existente en Bruselas desde 1834, el proyecto se modificó para empezar a formar a los nuevos ciudadanos desde niños.

“Cuando hace siglo y pico se habla de la ‘nueva educación’, que era un fenómeno mundial, ya hay una versión española, que es la Institución Libre de Enseñanza”, explica Wert. Y de ello deja constancia la exposición, que recorre a través de paneles, vídeos, fotografías y materiales escolares, la historia de ese apasionante y revolucionario proyecto. Junto a esos elementos también se exhiben algunas obras plásticas de artistas que de alguna manera estuvieron vinculadas al movimiento educativo. Hasta se muestra una fotografía del escultor estadounidense Alexander Calder durante su representación de El circo más pequeño del mundo en la Residencia de Estudiantes en 1933.

“¡Transformad esas antiguas aulas!”, exclamó Giner de los Ríos en su discurso de apertura del curso 1880-1881, según reza uno de los paneles de la exposición. Y en aquellos años se propugna que la enseñanza debe basarse en principios como “despertar la curiosidad en el niño”, “educar en el sentido histórico, para ver cada realidad actual como manifestación última de un proceso” o “familiarizar con las leyes de la materia”. Pero también en otros, más novedosos, como hacer excursiones al campo, trabajos manuales, practicar la gimnasia y los juegos, o emplear la música y el canto. De todo se encuentran ejemplos en la exposición, con fotografías de niños en el campo, tomando el sol en una terraza, conversando en el comedor o jugando en el patio. También con algunos de los objetos con los que jugaban o las piezas que creaban.

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Imagen de Estrella Cortichs con otras jóvenes en la Residencia de Señoritas

Estrella Cortichs nació el 14 de abril de 1902 en Gironella, una pequeña localidad situada al norte de la provincia de Barcelona. Sus padres, Esteve Cortichs y Francesca Vinyals, se separaron cuando ella aún era una niña, a raíz de lo cual fue internada en un colegio de monjas donde tuvo una infancia solitaria, a pesar de que siempre dijo guardar un buen recuerdo de esa etapa porque con ellas aprendió a leer, escribir y contar.

Su padre era un agente comercial que trabajaba para una destilería local llamada “Cal Gelada”, mientras que su madre era ama de casa. El padre era un hombre de hondas convicciones republicanas, que tuvo algunos problemas con la justicia por participar en algunas de las protestas obreras que a menudo protagonizaban los trabajadores del Alto Llobregat.

Algunos años más tarde, fue alcalde de Gironella y, entre sus obras, destaca el haber construido el primer grupo escolar público de la localidad.

Un título con Premio Extraordinario

A los trece años se trasladó a Barcelona para estudiar en las Escuelas Salesianas, donde permaneció un año, para después ingresar en la Escuela Normal de la capital catalana. Transcurridos los cuatro años de formación, obtuvo el título con Premio Extraordinario.

Posteriormente, se presentó a las oposiciones nacionales para el cuerpo de maestros y las aprobó, ganando el segundo puesto de su promoción. Empezó a ejercer de maestra nacional en Pineda de Mar, una población situada a unos cincuenta kilómetros de Barcelona, desde donde se trasladó a la escuela de Montmajor, cerca de su pueblo natal.

Amiga de Ortega y Gasset, Gabiela Mistral…

Poco tiempo después se presentó a las oposiciones para entrar en la Escuela Superior de Magisterio de Madrid, que también aprobó. Estuvo estudiando en Madrid entre el 1924 y el 1928, instalándose en la Residencia de Señoritas, vinculada a la Institución Libre de Enseñanza e impulsada por la Junta para la Ampliación de Estudios, donde conoció a Ortega y Gasset, Gabriela Mistral y Berta Singerman, entre otras personalidades intelectuales de la época.

El padre de Cortichs murió mientras ella estaba en Madrid, con lo cual tuvo que dar clases nocturnas para poder complementar la beca que recibía. En esa época contrajo la tuberculosis y decidió volver a Barcelona para curarse, momento en que se proclamó la Segunda República.

Cuando fue dada de alta, volvió a Madrid y empezó a ejercer en el Colegio Menéndez y Pelayo, para pasar después a una escuela más pequeña llamada Lope de Rueda, de la que fue directora. Ahí empezó a poner en práctica las nuevas ideas pedagógicas que el ambiente republicano estimulaba: visitas al Museo del Prado, lecturas de poesía, excursiones al campo… Pero, sobre todo, puso en práctica el concepto de disciplina desarrollado por el pedagogo krausista Francisco Giner de los Ríos, y que tanto incomodaba al magisterio tradicional, según el cual los alumnos debían aprender por convicción y no por imposición, y que había que modelar su consciencia para que hicieran lo que debían y no lo que se les ordenara.

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Imagen de Mercedes RomeroMercedes Romero Abella portaba varias armas el día que la mataron: un lápiz y un carboncillo de dibujo. La maestra gallega, como es conocida en el mundo de la memoria histórica, llevaba en el bolsillo la munición con la que guerreaba contra la ignorancia y el atraso, con la que batalló hasta el día en que la fusilaron, con apenas 29 años, en A Coruña. Sus restos fueron localizados el verano del pasado año en la fosa común del cementerio de Vilarraso, en el concello de Aranga, y ahora han sido identificados gracias al ADN. Sus huesos y su lápiz, recuperados del olvido.

Todas las pistas apuntaban a que Mercedes estaba a la sombra de la iglesia de Vilarraso, pero había que dar con ella, una labor emprendida por la Asociación para la Recuperación de los Desaparecidos en el Franquismo (ARDF). Su nombre y las características de sus restos fueron documentados por el cura que le dio entierro en 1936, el mismo que, dicen los testimonios, lanzó un “dios mío” al ver que le llevaban a una mujer torturada, mutilada y tiroteada. Había cometido el doble delito de ser militante de UGT y, además, la esposa de otro líder sindical.

Su historia la reconstruye para El HuffPost la hija de Mercedes, María Luisa Mazariego Romero, antigua matrona y profesora de Enfermería, que ahora tiene 87 años y reside en A Coruña. Tenía cuatro años largos cuando a su madre se la llevaron una noche unos hombres y ya no volvió a verla. Guarda recuerdo de aquello, de las caras de los asesinos. Aunque en su casa no se habló de lo ocurrido en las siguientes décadas, ahora hace cabeza, en memoria de quien la trajo al mundo.

Leer el resto del artículo en Huffington Post.

Imagen de una clase del Instituto Escuela

«Si veis en la escuela niños quietos, callados, que ni ríen ni alborotan, es que están muertos”, afirmó el pedagogo Francisco Giner de los Ríos, director de la Institución Libre de Enseñanza (ILE), un centro que nació a finales del siglo XIX para revolucionar la educación en España. La transformación de las aulas, la supresión del estrado del profesor —en sus propias palabras— y la formación de estudiantes seguros de sí mismos e independientes eran las prioridades que años más tarde, en 1918, se plasmaron en el Instituto-Escuela (IE), un centro educativo público que se fundó en Madrid. Giner consiguió el apoyo de los poderes públicos para poner en marcha el proyecto, pero nunca consiguió otra de sus obsesiones: suprimir los exámenes del sistema educativo.

«Fue un centro público modelo concebido como un laboratorio para ensayar reformas pedagógicas durante la Segunda República», explica José García-Velasco, presidente de la ILE, que acaba de editar el libro Laboratorios de la nueva educación, con textos y 500 imágenes (la mayoría de ellas inéditas) que muestran las aulas, las excursiones, los talleres, los cuadernos de trabajo que elaboraban los estudiantes y testimonios de antiguos alumnos. Una obra que representa la recuperación de «una memoria destruida», porque 15 días después de la toma de Madrid, cuando todavía no había terminado la Guerra Civil, «los falangistas tomaron la sede» y todos los documentos quedaron esparcidos por las calles aledañas, señala García-Velasco.

Con su proyecto, Giner de los Ríos quería acabar con la división de las enseñanzas primaria, a la que tradicionalmente acudían los hijos de las clases populares, y secundaria, reservada para la burguesía. Su visión era la de una escuela única donde ambos niveles quedaran fusionados. «Fue contra los programas oficiales, quería un modelo para todos», apunta Eugenio Otero, catedrático de Historia de la Educación de la Universidad de Santiago. Esa tendencia no fue exclusiva de España. Con el fin de la Guerra Mundial, ese movimiento empezó a aparecer en diferentes países de Europa. «Era la manera de evitar una nueva barbarie, se quería conseguir una juventud culta».

El espíritu del libro, que irá acompañado de una exposición el próximo otoño en la sede madrileña de la ILE —en la que se podrán ver obras de artistas como Picasso—, es levantar el «manto de silencio» que cayó sobre ese movimiento de renovación pedagógica durante el franquismo, señala Alicia Gómez-Navarro, directora de la Residencia de Estudiantes, que también ha participado en la recolección del material que se expondrá. Se retrata una época en la que muchos profesores fueron becados con estancias en el extranjero para estudiar otras pedagogías, y testimonios de antiguos alumnos que todavía están vivos como el de Amalia Martín, que nació en 1930.

Leer el resto del artículo en El País.

Cartel de las jornadas

Clic para abrir en grande

El Instituto de Estudios de Género de la Universidad Carlos III de Madrid organiza el V Congreso Internacional sobre Mujeres, Memoria y Derechos Humanos: Investigación, Educación, Comunicación y Justiciabilidad, que cuenta con la participación de ponentes nacionales e internacionales del ámbito académico, educativo, periodístico, jurídico y de Derechos Humanos, tal y como veréis en la agenda.

El Congreso tendrá lugar los próximos jueves 6 y viernes 7 de junio desde las 9:00 a las 20:00 horas en el Aula 1.A.14 del Campus Puerta de Toledo de la Universidad Carlos III (Ronda de Toledo nº 1, 28005 Madrid, Metro Puerta de Toledo).

Para asistir, tan solo es necesario inscribirse gratuitamente en la dirección: info.mujeresmemoriayddhh@gmail.com

Cartel de la presentacion del libro DIcen

Dicen es una historia familiar real atravesada por la represión franquista. Cuenta aquello que no está registrado en actas notariales, ni en periódicos, ni en libros, ni en archivos provinciales. Cuenta el día a día de un silencio que se hizo largo, muy largo, y que nos ha condicionado hasta ahora.

Dicen cuenta hechos reales en una red de voces acalladas durante generaciones.

Dicen no está escrito desde la reflexión política, sino desde la justicia poética.

Justicia poética es recordar a aquellos que tuvieron que construir una vida en medio de una situación inhumana y a los que no quisieron pasar a la historia y borraron su paso por la vida, los represores.

Susana Sanchéz Arins ha creado una narradora perspicaz, transparente y honesta que surge de la necesidad de redimir ese silencio. Y así nace un libro de secuencias que es novela, poema, ensayo y ninguna de esas formas a la vez.

Dicen es la memoria histórica que necesitamos para entender los silencios que nos han configurado de manera inconsciente.

Fecha: 27 de mayo 2019, 19:00 horas
Lugar: Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla
Calle Noviciado nº 3

Intervienen: Susana Sánchez Arins, Patricia Simón y Silvia Bardelás

Entrada libre hasta completar aforo. Reserva aquí.

Toda la información en la web.

Vídeo sobre la exposición Diarios de Libertad en Palencia, que puede visitarse hasta el 29 de mayo en la Sala Casa Junco (Calle Mayor Principal nº 19).