Natividad Yarza, de maestra a primera alcaldesa de la historia
El 24 de diciembre de 1872 nacía en Valladolid Natividad Yarza, la mujer que, 62 años después, se convertiría en la primera alcaldesa de España surgida de unas elecciones. Pero antes, cambiaría varias veces de lugar de residencia a causa de la profesión de su padre, zapatero del ejército. Finalmente, obtuvo el título de maestra en Huesca en 1905, y un año después comenzó a ejercer en su primer destino, en la población de Santa Margarida de Montbui (Barcelona). Comenzó entonces una trayectoria profesional que la llevó por varias localidades catalanas donde, en todos los casos, procuró teñir su actividad con una defensa de los valores laicos y de la educación, lo que la llevó a chocar, en más de una ocasión, con los párrocos y las autoridades religiosas.
Yarza se encontraba muy cercana a Marcelino Domingo, miembro del pacto de San Sebastián que conspiraba para traer la república, y que tendría que huir al exilio tras el fracaso de la sublevación de Jaca que, en 1930, pretendió forzar el cambio de régimen. Precisamente, ese año Yarza sería nombrada maestra en la pequeña población de Bellprat, donde finalmente vería la llegada de la República.
Procuró teñir su actividad con una defensa de los valores laicos y de la educación, lo que la llevó a chocar, en más de una ocasión, con los párrocos y las autoridades religiosas
Ese mismo año, 1931, se afilió al Partido Republicano Radical Socialista de Domingo, y participó en la fundación de la Asociación Femenina Republicana Victoria Kent, que pretendía fomentar que el reconocimiento que la nueva Constitución hacía de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres tuviera un desarrollo concreto en todos los ámbitos de la vida diaria.
Mujer alcaldesa
Sin embargo, el descalabro de las derechas en 1933 hizo que los radicalsocialistas quedaran reducidos prácticamente a una presencia testimonial. A la vez, Bellprat seguía gobernada por el mismo alcalde que había ejercido desde los tiempos de la dictadura de Primo de Rivera, en base a una normativa que establecía que, en el caso de que a los comicios concurriese una única lista, ésta se considerase automáticamente ganadora de las elecciones, sin necesidad de pasar por las urnas.
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