Los relatos olvidados de Luisa Carnés: exiliada republicana, escritora comprometida
Luisa Carnés (1905-1965) fue una escritora comprometida en la preguerra, cuando escribió novelas sobre mujeres obreras que percibían salarios míseros. Siguió comprometida en la posguerra, al relatar el dolor causado por la represión franquista. Y el largo exilio no hizo que bajase la voz y se acomodase a las circunstancias: tras veinticinco años en México, continuaba escribiendo por la paz y contra el consumismo escapista o la segregación racial.
A los once años, Carnés comenzó a trabajar como aprendiz de sombrerera. Sus años en empleos feminizados y precarios inspiraron las novelas Natacha y Tea rooms. La autora bebió de influencias diversas: tras iniciarse en la literatura con los folletines y las novelas de peseta, pasó a interesarse por el reporterismo y por narradores como Dostoyevski.
La vulnerabilidad económica influyó en que tuviese una presencia intermitente en la vida cultural del país. Y la derrota republicana, unida a su muerte antes de que la dictadura flirtease con pequeños aperturismos, dificultó todavía más la difusión de la obra literaria y periodística de Carnés. La recuperación de su legado ha venido por etapas, pero se ha acelerado en los últimos tres años.
Uno de sus divulgadores más insistentes ha sido Antonio Plaza, encargado de las ediciones de dos obras de la madrileña: El eslabón perdido y De Barcelona a la Bretaña. La filóloga Iliana Olmedo publicó un ensayo sobre la autora, Itinerarios del exilio, en 2014.
También en 2014, la Asociación de Libreros de Lance comercializó una edición facsímil de Tea rooms. Esta misma obra supondría la puerta al reencuentro con un público amplio: Hoja de Lata la reeditó en 2016 con un éxito imprevisto. La escritora Laura Freixas exclamó entonces: «¿Cómo no oímos hablar antes de Luisa Carnés?». Entre los diversos personajes de la obra, destaca la joven Matilde, una chica reservada y politizada que pronosticaba la llegada de un mundo socialista porque «legiones de hambrientos pululan por las calles del mundo capitalista»
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