La maestra condenada en vida
«La actuación en esta villa de la maestra nacional con ejercicio en la misma doña María Anievas Aragón es francamente revolucionaria, extremista». Solo con esta frase, lapidaria, el Ayuntamiento de Pozaldez condenó de por vida a María Anievas Aragón, maestra del pueblo desde 1927 y mujer entusiasta de la cultura, el teatro y la poesía. Era el 18 de agosto de 1936, justo un mes después de la sublevación militar que provocó la Guerra Civil. María ya no volvería a las aulas, ni siquiera pudo comenzar el nuevo curso. La depuración del nuevo Estado franquista fue implacable. Lo que vino a continuación aún pone los pelos de punta. A María Anievas la humillaron en público, fue vejada e insultada, le raparon la cabeza y la pasearon desnuda por las calles del pueblo antes de ser entregada a las autoridades pertinentes, que no tardarían en apartarla definitivamente de su trabajo y condenarla por auxilio a la rebelión.
Anievas falleció en 1994 sin que ninguna autoridad del pueblo se ocupara de restaurar su maltrecha dignidad. Hasta el 28 de marzo de 2016, cuando, gracias a una moción presentada por el concejal socialista José María Martínez Hernández, el pleno del Ayuntamiento aprobó por unanimidad, con los votos de los seis ediles, cuatro del PP y dos del PSOE, anular la moción del 18 de agosto de 1936 y restituir así «la integridad y el pundonor profesional de doña María Anievas Aragón», gracias a lo cual, concluía el escrito, «la institución municipal salda a la vez la deuda moral de silencio e ignominia que nuestro pueblo tiene con su memoria y contribuye a restablecer la justicia social a la que toda persona tiene derecho y la ciudadanía demanda». Lo cierto es que María Anievas Aragón, hija de Félix y Petra, había dejado una huella profunda en el pueblo.
El Norte de Castilla dio fe, por ejemplo, de su ejemplar labor con los niños de Pozaldez, su último y definitivo destino como maestra –aprobó la oposición en septiembre de 1924 y hasta 1927 ejerció en Udías, provincia de Santander, y Peñaflor de Hornija– a través de diversos actos. «Con la representación de la obra escenificada de los mártires de las catacumbas ‘Fabiola’, se ha presentado en el Teatro Principal de Pozaldez una compañía infantil muy acertadamente dirigida por las señoritas Asunción de la Cruz y María Anievas, maestras nacionales de aquella localidad», puede leerse, por ejemplo, el 12 de diciembre de 1932. Dos años después, con motivo de la Fiesta de la Salud, Anievas volvía a llamar la atención del rotativo por la importante labor realizada entre los niños, a quienes congregó en las escuelas para que escucharan al médico José Bouzas y al farmacéutico Alejandro Martín hablar sobre ‘Higiene corporal y alcoholismo’ y ‘Las aguas en su aspecto químico-sanitario’.
Vallisoletana nacida el 8 de septiembre de 1903, María Anievas conjugaba su vocación docente, en línea como las teorías pedagógicas más avanzadas, herederas por tanto de la Institución Libre de Enseñanza, con un talante abiertamente reivindicativo que confluyó en un compromiso político explícito. Ya lo habían podido comprobar las autoridades de Peñaflor de Hornija, a las que María había demandado por no sufragarle los gastos de la casa-habitación: la sentencia, fechada en marzo de 1927, condenó al Ayuntamiento de esa localidad a abonarle 250 pesetas anuales.
Alcaldesa combativa
Durante la República militó en la Federación de Trabajadores de la Enseñanza, de la UGT, y llegó a ejercer el cargo de alcaldesa en febrero de 1933. Era una de las nueve mujeres, resaltaba El Norte de Castilla, que ese año presidieron comisiones gestoras municipales en la provincia. Claro está, su carácter combativo y su pertenencia a la Casa del Pueblo, a cuya conclusión contribuyó con la cantidad de diez pesetas, la pusieron en el punto de mira de las élites conservadoras. Cuando el 18 de julio de 1936 estalló la sublevación militar, Anievas no tardó en ser detenida por falangistas de Pozaldez. Ni siquiera pudo comenzar el nuevo curso. Aquel verano lo había pasado en la residencia que su hermano Gerardo, también maestro de profesión, tenía en Castrillo de la Vega, en Aranda de Duero. Al mes siguiente de producirse el golpe de Estado, aún con la maestra de vacaciones, el Ayuntamiento, presidido por Policarpo García Plaza, se reunió en pleno extraordinario para tratar «exclusivamente de la conducta y de la actuación observada en esta villa de la maestra nacional con ejercicio en la misma doña María Anievas Aragón».
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