Decía María del Mar del Pozo, autora de una magnífica biografía sobre Justa Freire, que podemos definirla como “una maestra que solo quería ser maestra”, su vida, sus ideas, su obra, fueron un reflejo de estas palabras.
En ese camino para ser maestra, fue fundamental su propia familia, nació en 1896 en Moraleja del Vino (Zamora) y esa familia sobre todo su madre y su tía la impulsan a estudiar y tras terminar Magisterio en la Escuela Normal de Zamora, marcha a Madrid.
En Madrid obtiene su plaza como maestra en 1918, se afilia a la UGT y parte a su primer destino en una pequeña escuela rural en la Sierra de Ávila. En 1921 obtiene plaza en el Grupo Escolar Cervantes, centro innovador y muy relacionado con la Institución Libre de Enseñanza, allí entra en contacto con ideas y con personas que tuvieron gran influencia en su vida como Ángel Llorca, director del centro.
Becada como tantos otros maestros y maestras de la época por la Junta para la Ampliación de Estudios viaja a Bélgica y Francia para mejorar su formación pedagógica y precisamente estas nuevas ideas, estos nuevos métodos, son los que intenta aplicar a partir de esos momentos en sus clases.
Ya en los primeros centros educativos donde ejerció como maestra Justa Freire comenzó a escribir un diario gracias al cual hoy conocemos sus experiencias, sus ideas sobre la educación, su modelo educativo que se basaba ante todo en el dialogo con los niños y niñas, en que estos fueran dentro del aula activos, libres para pensar, para experimentar. Además son cada vez más frecuentes sus publicaciones en revistas especializadas como Escuelas de España.
En 1933 es nombrada directora del Grupo Escolar Alfredo Calderón, siendo una de las primeras mujeres que ocupa ese cargo y donde intenta trasladar las experiencias innovadoras aprendidas en el Grupo Escolar Cervantes y las nuevas ideas recogidas en Europa.
Con la guerra y ante la imposibilidad de mantener las clases abiertas, recibe órdenes de cerrar el centro y trasladarse a Valencia. Allí junto a Ángel Llorca y otros importantes pedagogos organizan las Comunidades Familiares de Educación, donde convivían maestros y maestras con el alumnado creando un clima casi familiar y que ayudaba a estos niños y niñas a superar la situación de la guerra, la lejanía de sus familias.
Durante estos años Justa Friere fue asumiendo cargos que el gobierno republicano la encargaba, llegando a ser nombrada Delegada Nacional de la Infancia Evacuada, visitando centros que sirvieran para salvaguardar y continuar con la educación de la infancia evacuada por causa de la guerra.
Terminada la guerra es detenida y enviada a la prisión de Ventas, allí la maestra que solo quería ser maestra se encarga de organizar las clases de alfabetización, de lectura, de canto, para las presas, entre sus alumnas estuvieron las Trece Rosas.
Al salir de la cárcel en 1941, como tantos maestros y maestras depurados por el nuevo régimen, comienza a dar clases de forma particular, el único modo en que podía hacerlo. En 1952 solicita que se la permitiera reingresar al cuerpo funcionarial de magisterio, lo consigue en 1953 aunque pierde todos sus derechos previos y su antigüedad y se la prohíbe ejercer en Madrid, donde consigue volver a ejercer en 1958 y donde decide volver a dar clases en el Colegio Británico donde ya trabajó como Secretaria.
Su alumnado era muy diferente al del Grupo Escolar Cervantes y Alfredo Calderón, los métodos educativos eran otros, pero todo esto no consiguió quitar a Justa Freire lo que ella siempre quiso ser, su alma de maestra.
Para saber más sobre Justa Freire:
Costa Rico A. (2015) «Justa Freire o la Pasión de Educar. Biografía de una maestra atrapada en la Historia de España» (1896-1965) en Historia y Memoria de la Educación 1, páginas 461-466.
El autor destaca dentro del panorama literario actual donde este tipo de libros no son muy abundantes, la importancia de esta biografía que nos acerca a la figura de una maestra comprometida con su labor y que nos permite acercarnos a la historia interna de las aulas de la época y porque no a la historia de un país.
Calvo J. (2013) «Justa Freire tenía algo especial, pero el apoyo de su familia fue vital en su carrera« en La Opinión de Zamora.
La entrevista con la autora del libro Mª del Mar del Pozo, nos permite conocer los motivos que la impulsaron a escribir este libro y datos fundamentales en la vida de Justa Freire.
Freire J. (1934) «Labor en el Grupo Escolar Alfredo Calderón en sus comienzos” en Escuelas de España, páginas 7-14.
En este caso la propia Justa Freire nos habla del reconocimiento al Grupo Escolar Cervantes, “al que debo lo que soy y lo que valgo como maestra”, de su optimismo en esta nueva etapa, por su confianza “en todos y en todo lo que me rodea” y nos hace una reseña de la organización general del centro, lo cual resulta una auténtica delicia leerlo de sus propias palabras.
“Magnifica noche de luna. ¡Qué lástima que haya guerra!
Yo que necesito tan poco para ser feliz: trabajo y paz!
Justa Freire