Las Misiones Pedagógicas en el cine
Una camioneta circula por caminos intransitables, cruza un río y avanza campo a través. Llega un momento que los mulos y caballos deben tomar el relevo y recorren aún un buen trecho hasta llegar a su destino. Media docena de misioneros trasladan de pueblo en pueblo proyectores, gramófonos, libros y pinturas. Al llegar se improvisa una instalación eléctrica y por la noche se ofrece una sesión de cine. Todo el mundo ha dejado sus hogares y se reúne para contemplar boquiabiertos por vez primera -para muchas personas será la única en su vida- la magia de unas imágenes en movimiento. En medio del documental aparece este rótulo: “Los primeros amigos de las Misiones (Pedagógicas) son los niños”. A la mañana siguiente sigue la escuela ambulante con clases al aire libre: conferencias, lecturas poéticas, música, juegos y danza. En otra secuencia, cuando la caravana misionera llega a otro pueblo que ya conoce su labor, se organiza una nutrida manifestación de bienvenida presidida por la bandera republicana.
Esto es lo que cuenta Estampa 1932, del fotógrafo y cineasta José Val del Omar, un corto de 18 minutos, mudo y filmado en blanco y negro. Mucho se ha escrito sobre el proyecto republicano de las Misiones Pedagógicas, que trataban de hacer llegar la cultura a los lugares más recónditos, pobres y abandonados de la geografía española. (véase mi artículo sobre las Misiones Pedagógicas).
Este año, con motivo del noventa aniversario de la proclamación de la II República se han publicado varios textos acerca de lo que sin lugar a dudas constituye la edad de oro de nuestra pedagogía, algunas de cuyas aportaciones teóricas y experienciales aún hoy, con sus pertinentes adaptaciones a los nuevos tiempos, siguen siendo enormemente vigentes. Más allá de otras evocaciones se me ocurren dos preguntas a bote pronto. ¿Qué hubiera ocurrido si la reforma educativa republicana, con todas las iniciativas promovidas por una generación de maestros y maestras sabios y entusiastas no hubiera sido socavada de raíz por la dictadura franquista? ¿Hasta dónde habríamos llegado? Y la segunda tiene que ver con la memoria y el olvido. ¿Qué saben hoy las nuevas generaciones de aquella efervescencia educativa y humanizadora que, a pesar de su brevedad, logró avances más que tangibles? ¿Qué se enseñará en los colegios tras la aprobación de la anunciada ley de la memoria democrática?
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