Mercedes Romero Abella, la profesora asesinada con lápices en el bolsillo
Mercedes Romero Abella portaba varias armas el día que la mataron: un lápiz y un carboncillo de dibujo. La maestra gallega, como es conocida en el mundo de la memoria histórica, llevaba en el bolsillo la munición con la que guerreaba contra la ignorancia y el atraso, con la que batalló hasta el día en que la fusilaron, con apenas 29 años, en A Coruña. Sus restos fueron localizados el verano del pasado año en la fosa común del cementerio de Vilarraso, en el concello de Aranga, y ahora han sido identificados gracias al ADN. Sus huesos y su lápiz, recuperados del olvido.
Todas las pistas apuntaban a que Mercedes estaba a la sombra de la iglesia de Vilarraso, pero había que dar con ella, una labor emprendida por la Asociación para la Recuperación de los Desaparecidos en el Franquismo (ARDF). Su nombre y las características de sus restos fueron documentados por el cura que le dio entierro en 1936, el mismo que, dicen los testimonios, lanzó un “dios mío” al ver que le llevaban a una mujer torturada, mutilada y tiroteada. Había cometido el doble delito de ser militante de UGT y, además, la esposa de otro líder sindical.
Su historia la reconstruye para El HuffPost la hija de Mercedes, María Luisa Mazariego Romero, antigua matrona y profesora de Enfermería, que ahora tiene 87 años y reside en A Coruña. Tenía cuatro años largos cuando a su madre se la llevaron una noche unos hombres y ya no volvió a verla. Guarda recuerdo de aquello, de las caras de los asesinos. Aunque en su casa no se habló de lo ocurrido en las siguientes décadas, ahora hace cabeza, en memoria de quien la trajo al mundo.
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