100 años del Instituto Escuela, la historia trágica, luminosa y fragmentada de la Educación en España
Fue culpa de don Antonio Cánovas y el principio acción/reacción. Con uno de sus arrebatos de testarudez empezó todo hasta desembocar en uno de los proyectos pedagógicos más fascinantes, constructivos, fragmentados y trágicos de los tres últimos siglos en España. Había promulgado su Gobierno conservador hacia 1875 en materia de educación el decreto Orovio, que debía su nombre a aquel ministro recalcitrante de instrucción pública. Eliminaba la libertad de cátedra y perseguía el adoctrinamiento pueril de los españoles con una visión de supuesta trascendencia universal, basada en las virtudes católicas del imperio.
Como es natural, un grupo de profesores a los que alumbraba el sentido común, liderados entre otros, por Francisco Giner de los Ríos o Gumersindo de Azcárate, se negaron a aceptarlo. Cánovas trató de negociar con el primero. Este no pasó por el aro. El mandatario lo detuvo. No le importó mandar a los guardias a las cuatro de la mañana a su casa para sacarle de la cama enfermo y enviarlo preso a Cádiz. Giner se ofuscó aún más -un verbo muy impropio de él- y fundó la Institución Libre de Enseñanza (ILE)
De aquella manera comenzó una de las revoluciones más importantes en el cambio de mentalidad de la Historia de España. De aquel tronco asombrosamente fértil surgieron las más brillantes aventuras pedagógicas para el país que se avecinaba. En apenas cinco décadas se sucedieron de acuerdo con sus principios abiertos, laicos y krausistas la creación de la Junta de Ampliación de Estudios, la Residencia de Estudiantes, el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales, la Universidad Internacional de Verano de Santander -hoy Menéndez Pelayo-, las Misiones Pedagógicas… Y el Instituto Escuela, del que este año se celebra su centenario, entre otros proyectos que trascendieron a varias ciudades con focos de irradiación importantes en Barcelona y Sevilla.
Cuatro premios Nobel
Se iluminaron en sus clases y entre sus principios cuatro premios Nobel: Santiago Ramón y Cajal, Severo Ochoa, Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre. Fue lugar de encuentro y caladero de creación incipiente para Federico García Lorca, Luis Buñuel, Salvador Dalí, Rafael Alberti, Pedro Salinas, como antes lo había sido para la familia Machado en Andalucía… Contaba en sus órganos directivos de sus diferentes centros con personalidades como José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Blas Cabrera, Ramón Menéndez-Pidal, Joaquín Sorolla, Joaquín Costa o Leopoldo Alas.
Pero llegó la guerra civil y si había algo que el franquismo detestaba más que la masonería o a los comunistas era a la Institución Libre de Enseñanza. Para ella y sus miembros sólo cabían dos opciones: muerte o exilio.
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